El Monte Saint-Michel, ubicado en Normandía (Francia), tiene una particularidad de ser un islote rocoso rodeado de una maravillosa bahía, escenario de las mayores mareas de Europa. En 1979 fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. Esconde una majestuosa abadía de las más extraordinarias del planeta..

La arquitectura y su bahía lo hacen el sitio turístico más concurrido de Normandía y uno de los primeros en Francia.

En este maravilloso lugar podrás deleitarte de uno de los espectáculos más impresionantes que nos ofrece la naturaleza, que son sus mareas. Algunos días del año el coeficiente de la marea supera 110 y el Monte se convierte en isla durante unas horas, quedándose sin acceso al continente.

Mareas del Monte Saint-Michel

Las mareas espectaculares que podrás avistar miden hasta 14,5 metros de altura y se producen dos veces al día. Durante siglos únicamente era accesible por vía terrestre en momentos de marea baja y por vía marítima cuando la marea era alta. Ahora, ya se puede acceder en todo momento gracias a la carretera que lleva a los pies de la roca.

La mejor época para disfrutar de este fenómeno es al atardecer aunque por ello sacrificarías la entrada al interior de la abadía. Ver la puesta de sol desde las torres de la muralla es todo un espectáculo.

Hay que estar dos horas antes de que se produzca el fenómeno de la marea subiendo para observarlo en toda su plenitud. La bahía dispone de muchos puntos de observación como la Roche Torin en Courtils, en Gouin del Sur, En Vains-Saint-Léonard y en Gué del’Epine en Val-Saint-Père entre otros.

Podrás localizar aparcamientos situados a 2,5 km del Monte Saint-Michel, aunque también hay transportes gratuitos hasta la 1 de la mañana con caminos peatonales para acercarse a verlo. Existe además la «navette hippomobile» que es una manera divertida de llegar al lugar. Se trata de un transbordador tirado por caballos.

La abadía y su pueblo

Hoy en día la abadía está habitada por monjes, en concreto 7 mujeres y 5 hombres de la orden de los Benedictinos. La primera abadía, se levantó en el año 966 aunque se tienen evidencias de una pequeña iglesia todavía anterior. También se sabe que los Celtas y los Romanos ya poblaron los alrededores del monte. Durante la Edad Media y la Guerra de los Cien años, sufrió distintos ataques y ese fue el motivo por el cual fue amurallado para convertirse en una plaza inexpugnable.

A los pies de la abadía se erige el pequeño pueblo con una calle principal y unas pocas callejuelas. En el pueblo encontraremos 5 hoteles y casi una decena de bares o restaurantes, numerosas tiendas de souvenirs o artesanía. En su interior no viven más de 40 personas de manera permanente.

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